La existencia se despliega ante nosotros como un lienzo en blanco, salpicado de colores azarosos que, al igual que los naranjos de Valencia, dan vida a un paisaje vibrante y lleno de sorpresas. En este vaivén de la vida, cada momento se convierte en una chispa de vitalidad, donde lo carnal y lo etéreo se entrelazan en un abrazo profundo y efímero.

El erotismo artístico como una celebración de la conexión humana y la sensualidad de lo cotidiano. Nastya, luminosa bajo la luz del sol, evocando la sensualidad del tacto, mientras sus dedos acarician las hojas y frutos. La piel de los naranjos, rugosa y vibrante, se convierte en una metáfora de las imperfecciones que hacen que la vida sea hermosa. Cada toque es un susurro de vida, un recordatorio de que la naturaleza y el cuerpo humano están intrínsecamente conectados en una danza de deseo y vitalidad.

Los momentos de conexión son intensos y cargados de significado. Un roce accidental, una mirada intensa, la forma en que el abrigo kimono se despliega al viento, evocan una sensualidad sutil y poética. Cada plano está diseñado para evocar un sentido de gratitud y asombro, recordando a los espectadores que la belleza persiste, incluso en los momentos más inciertos.

*Este video fue grabado en una época posterior al COVID-19, un tiempo en el que sentimos un profundo deseo de agradecer al mundo por seguir disfrutando de la belleza de la vida, por estar vivos y sanos.